dimarts, d’octubre 16, 2012

¿Mas? A la cárcel con él... Por: José María Izquierdo (EL PAÍS, 16-10-2012)

¿Mas? A la cárcel con él...

Por: José María Izquierdo
De Cataluña a Cuba, como en una buena habanera. Seguimos con Mas, que ya estamos estudiando en serio cómo se le puede meter en la cárcel. Hay que dejarse de tonterías y vamos a ponernos serios. Que menudos somos en la Corte cuando nos enfadamos. Y con Carromero, que le han caído, qué horror, cuatro años. Si el Gobierno de Rajoy tiene suerte, se lo podrá traer a España, y a lo mejor podían hacerse compañeros de celda. Con Mas, digo. Incluso se podía sumar Otegi, y así teníamos una amplia representación de ese mosaico maravilloso que es nuestra España. Nos falta un menorquín, pero podemos enchironar al obispo Taltavull, que es de por aquellas tierras y ha dicho que la iglesia catalana estará con su pueblo. Tonto de capirote, le dicen desde Madrid.
Y luego está Cameron. Ese acomplejado que se baja los pantalones con Escocia. Un asco.
El editorial de La Razón nos cuenta cómo “El ministro de Justicia define el marco legal al que se enfrentaría Artur Mas”. Vamos con interpretaciones legales: “La convocatoria unilateral de la consulta sería, por lo tanto, un acto ilegal del que habría un autor responsable, en este caso el propio Artur Mas, y no el conjunto del pueblo catalán, por lo que no sería preciso aplicar el artículo 155 de la Constitución, que abre la puerta a la suspensión de una comunidad autónoma. La exigencia de responsabilidades, pues, se limitaría al autor del acto ilegal, y no al conjunto de la ciudadanía de Cataluña. Es un principio jurídico impecable”. Hasta ayer lo era la aplicación del 155, pero si insisten…
Pues como andamos de leguleyos, les cuento otro editorial de El Mundo, que esa salida le parece blandita: “El Estado, limitado jurídicamente para responder al desafío de Mas”, como subtítulo, y de título, “El Gobierno debe recuperar el delito de convocatoria ilegal de consultas”. Y explica, al hilo de las mismas declaraciones de Gallardón, que “el único artículo que los tribunales podrían aplicar ahora a Artur Mas por convocar esa consulta es el 410, que impone a los funcionarios o autoridades que desobedecen resoluciones judiciales una simple multa y una inhabilitación de dos años. Un castigo muy pequeño para una conducta que sería muy dañina para el Estado”. La solución la da UPyD: “que se vuelva a tipificar el delito de convocatoria ilegal”. Y eso ya sería otra cosa, porque se podría meter en la cárcel a Artur Mas. Mucho mejor. Dónde va a parar…
¿Ven embrollada la situación con Cataluña? Porque ustedes se complican la vida. Abc lo tiene claro. Es solo cuestión de aportar razones: “No se trata de combatir dialécticamente el separatismo con meros ejercicios de sentimentalismo irracional, sino de aislarlo con argumentos objetivos sobre los vínculos de historia, economía, cultura y, sobre todo, relaciones humanas existentes entre Cataluña y el resto de España. Hacer, ahora, una crónica de la presencia catalana en la historia de España, de la cultura catalana en castellano o de la importancia económica de Cataluña en el conjunto de la economía española podría resultar academicista, pero no hay que olvidar que la pretensión nacionalista de separar a Cataluña de España se basa, precisamente, en negar estos lazos comunes. Es decir, en negar a Cataluña lo que es Cataluña”. O sea, que va usted, le cuenta eso a Artur Mas, y ya puestos, a unos cuantos cientos de miles de catalanes y todo solucionado. ¿Quién puede resistirse a tanta fuerza argumental?
El segundo editorial es más bien insultante para la inteligencia y el sentido común. Se titula “Un rehén en manos del castrismo”, y se lleva las manos a la cabeza por la condena de cuatro años a Ángel Carromero. Bien, resumamos los hechos. El Partido Popular –en el Gobierno- envía a Cuba, país con el que tenemos relaciones diplomáticas perfectamente normalizadas, a un cargo representativo de las juventudes del partido para organizar con la disidencia de ese país todavía no sabemos qué actividades, aunque se cree que se trataba de montar con la hija del pobre Oswaldo Payá un movimiento de resistencia juvenil, en compañía de otro militante de un partido de derechas, el sueco Jens Aron Modig, presidente también de las Juventudes Demócratas Cristianas de su país. Permítanme señalar que representarán a las juventudes, pero se les ve a los dos bastante talluditos, la verdad. Desgraciadamente, ese peligro público conduciendo coches que es Ángel Carromero, como ya nos contó la Dirección General de Tráfico de España, dependiente del Ministerio del Interior, choca su coche contra un árbol y mueren dos personas. ¿Es una locura cuatro años de cárcel? ¿Un castigo deplorable? ¿Una muestra de la vileza y el ensañamiento de una dictadura sangrienta? Pues qué quieren que les diga…
Que no nos lea Hermann Tertsch: “De la vileza”, se titula su columna. Y dice cosas como ésta: “¿Hay alguien que se beneficia en España de la tragedia que sufre en estos momentos Ángel Carromero? ¿Hay alguien que coseche algún bien del infierno que está viviendo este joven desde que un incidente, en absoluto aclarado, costara la muerte a dos disidentes que iban en el coche como amigos de Carromero? Y por supuesto como enemigos de un régimen que a Oswaldo Payá, uno de los fallecidos, lo había acosado y agredido en numerosas ocasiones (…) Pues podría creerse que son legión los beneficiados por esta tragedia si se leen los mensajes de alegría y empacho de satisfacción que llenaron ayer las redes en cuanto se supo que había sido condenado a cuatro años de prisión en las mazmorras de la dictadura cubana”. Y un pelín más: “Después de un juicio farsa, no porque fuera contra Carromero, sino porque todos los juicios en Cuba son una farsa, sean contra el general Ochoa o contra unos raperos de La Habana. Como todos los juicios bajo Stalin o Hitler eran una farsa con Vishisnki o Freisler. Cuánta basura se ha vertido aquí contra Carromero para darle una legitimidad a un juicio que no puede tenerla”. Pues nada, condecoremos al ilustre Carromero.
Ignacio Camacho firma una interesante columna. Y digo interesante porque muestra un enfado terrible con el referéndum de Escocia. No le ha gustado nada, pero absolutamente nada. “Espejo oscuro”, se titula: “Cameron (…) está seguro de ganar y esa certidumbre le ha impulsado a actuar con una arrogancia insolidaria y una visión cortoplacista. Su decisión abre una puerta al vacío que puede incluso convulsionar la cohesión comunitaria europea, y desde luego la debilita estructuralmente. Para España se trata de una mala noticia. La interesada ligereza de un político de luces cortas coloca un espejo de reflejos vidriosos sobre nuestro conflicto de convivencia más grave de las últimas décadas”. Y es que, claro, ocurre con este referéndum lo evidente: “Por muchas diferencias que existan con el caso catalán, la anuencia de Cameron con la reivindicación escocesa va a sentar un precedente más que incómodo en el seno de una Unión Europea poco fiable a la hora de mantener criterios coherentes. Movido por la certeza política y demoscópica de que va a ganar por goleada la consulta, el premier británico ha atravesado un tráiler en la ruta estratégica del Gobierno de Rajoy. Su pacto con Alex Salmond carga de optimismo el desafío soberanista de un Mas decidido a emprender su Gran Salto Adelante”. Ya. ¿Y? ¿Es que acaso no está tan seguro Rajoy de ganar un referéndum? ¿Entonces?
Hay quien sabe el momento exacto en el que empezó todo. Juan Carlos Girauta: “Parafraseando a Vargas Llosa, ¿en qué momento se jodió Cataluña? Quizá el día en que Josep Tarradellas dio posesión de la presidencia de la Generalidad a Jordi Pujol y éste le impidió terminar su discurso ‘con las palabras tradicionales de siempre, gritando vivas a Cataluña y a España’. No necesitamos señalar al cielo”. Hablamos de 1980, si no recuerdo mal. O sea, hace 32 años. ¡Qué poco se ha hecho para arreglar las cosas y encaminar el problema –si es que entonces ya existía- por otros derroteros! Edurne Uriarte lo ve distinto: los culpables son los socialistas y, de manera muy especial, Zapatero, que “lideró tal reforma en la línea exigida por los nacionalistas, no porque pensara que eso traería su satisfacción definitiva, sino porque el nacionalismo era su aliado ideológico en la concepción de España, el españolismo o la identidad nacional española como conceptos supuestamente inventados por el franquismo y propios de la derecha”. Así les resulta más fácil.
Extrañado estaba de la falta de reacción de nuestros amigos respecto al pronunciamiento de la iglesia catalana. Fernández de la Cigoña, en La Gaceta: “Sebastián Taltavull quiere hacer bueno aquello de que la cabra siempre tira al monte y a dar la razón a quienes sostenían que era un error hacer obispo a un progresista convicto y confeso. Y así asegura que no ya él sino que la Iglesia catalana sostendrá una Cataluña independiente "siempre que el proceso sea ‘democrático’ y ‘pacífico’ (…) Claro que la Iglesia en Cataluña, o lo que queda de ella, tendrá que convivir con lo que históricamente ocurra. Tal vez incluso desde las catacumbas. Pero una cosa es acomodarse a lo que llegue y otra procurarlo. El sangre, sudor y lágrimas puede ser hasta heroico soportarlo. Buscarlo a conciencia parece suicida. Y el suicidio es pecado. O lo era. Aunque éste tont lo vull. Ya sé que se dice babau”. Por si acaso: bobo en castellano. También en La Gaceta escribe el sacerdote de la Torre Lendínez: “El desprecio demostrado hacia la Conferencia Episcopal Española, y su absoluta obediencia a los obispos catalanes, es la prueba de que este obispo ha sido el primero que de forma individual ha apostado claramente por la independencia de los catalanes. Su origen menorquín, su afán de protagonismo en la futura iglesia nacionalista independiente, le han jugado una mala pasada en la emisora catalana donde ha anunciado que están cerca de los nacionalistas, porque ‘el pueblo así lo desea’. Esta falsedad es total. Han hablado los políticos nacionalistas, pero el pueblo votante no ha abierto la boca. ¿Se cree este obispo auxiliar barcelonés las mentiras esparcidas por los medios informativos catalanes?” Taltavull, Taltavull, mira que ser menorquín…